Demasiadas cosas había que mejorar, empezando por nosotros mismos, los que estamos implicados de alguna u otra forma en la educación. Algunas pinceladas: presupuesto para educación, formación del profesorado, trabajo en equipo de los diferentes seminarios y/o departamentos unificando los mismos criterios, un verdadero impulso a la atención a la diversidad, enganche y sintonía con los jovenes que rechazan la educación formal, etc.
Y sobre todo no perder la esperanza de que se puede mejorar y de que podemos hacer las cosas mejor... o acaso ¿no hemos tenido algunos profes buenos que nos hicieron ver las cosas de otro modo, de mirar las cosas con otro color?. No creamos que está todo perdido, un buen educador no se mueve en el pesimismo ni en el derrotismo. Siempre se mueve, siempre cambia, siempre mejora. Un educador no es triste, o es alegre o no es educador. Gracias por esta página por supone un poco de aire fresco en este apasionante mundo de la educación.